miércoles, julio 16, 2014

Solidão



Posso estar só, mas sou de todo mundo
Por eu ser só um
Ah, nem! Ah, não! Ah, nem dá!
Solidão, foge que eu te encontro que eu já tenho asa
Isso lá é bom
Doce solidão?

Sobre el olvido


A menudo pienso en la muerte. Iba con los sueños colgados* y recordaba los cementerios, por una cuestión de asociación libre, pensé en mi propia muerte, en el olvido, pensaba: ¡que triste debe ser que te olviden! por cada olvido un poco de muerte. Cuando recordaba los cementerios repasaba las lapidas y sus detalles, uno puede imaginarse como pudo haber sido una persona por su lapida. Y aquellas lapidas adornadas con un negro desatado?... cuando todos se van. ¡Qué triste que es el olvido! creo que pienso esto porque siento que me alejo cada vez más de mi familia, a veces no los extraño, tengo miedo a olvidarme y tengo miedo de su olvido.

*Cuando se sueña no se piensa en la muerte. 

Ofertorio

Como un regalo acepto tu silencio,
con todo
lo que contiene su rigor de roca.
Con todas las preguntas que caben en su círculo,
su arañazo, su lágrima y su vientre
de tambor que golpeo
y donde sólo el golpe me responde.
Como algo que es,
que no puede no ser
acepto tu silencio.
Con todo lo que tiene de respuesta,
de grito figurado, de impotencia,
de palabras cosidas con largos hilos falsos.
Porque todo
lo que un hombre quiere soñar cabe en el puño
cerrado del silencio.
Te ofrezco a cambio
todo el silencio que tu oído pide,
que tu corazoón pide,
y de puntillas
salgo de ti.
(Yo, que siempre he creído en las palabras) De Piedad Bonnett