domingo, agosto 30, 2015

Diez semejanzas entre el Atlántico y Formosa

Me encuentro realizando un trabajo de investigación en territorio formoseño, ubicado al noreste de Argentina, frontera con Paraguay. Aunque había estado el año pasado en varias ocasiones, recién este año, tras una larga estadía, me di cuenta de lo semejante que me resulta formosa a mi lugar de origen. Como encuentro divertido esto de hacer listas, ahí van diez semejanzas que encontré en el Atlántico (Colombia) y Formosa (Argentina):



1. El río (como parte constitutiva de la identidad)
2. El Vallenato (se escucha en todos los lugares públicos)
3. El palo de mango y de matarratón en el anden (el árbol de mango en la vereda)
4. La ventolera (expresión que usamos en Barranquilla -capital de la Atlántico- para describir esa época del año donde hay mucho viento y levanta el arenal)
5. El Calor extremo
6. La vegetación baja y tupida
7. Expresiones como "que calidad" (la usamos en el norte de Colombia y en Formosa para referirnos a una persona que realizó una acción que nos parece buena para con nosotres)
8. El Pescadito
9. El tedio
10. Y la corrupción de sus gobernantes

El Macondo de Gabo puede ser un lugar o una experiencia. Muchos lugares pueden parecerse, todo depende de quién los sienta. En Formosa a veces me siento como en "casa", sobre todo por el tedio, por el lento paso del tiempo, por el calor infernal que consume las esperanzas, mientras que desde la sombra del mango vemos como aquellos señores se lo llevan todo.


martes, agosto 04, 2015

Sobre el amor y la política

En Lo personal es político de Kate Millet (1969)


La Revolución Sexual una Política: esta revolución tendría por objetivo establecer un principio único de tolerancia, completamente ajeno a los sordos y alienantes fundamentos económicos de las tradicionales alianzas sexuales. 
En primer lugar, una revolución sexual acabaría con la institución patriarcal, aboliendo tanto la ideología de la supremacía del macho como una tradición que se perpetua a través del rol, condición y temperamento atribuidos a cada uno de los sexos. 
(...)
El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban. Tal vez no se trate de que el amor en sí sea malo, sino de la manera en que se empleó para engatusar a la mujer y hacerla dependiente, en todos los sentidos. Entre seres libres es otra cosa.