“Ya no nos queda ningún hermoso problema particular” (Márquez de Sade)
Me encuentro cursando unas materias en la facultad de psicología de la UBA, como requisito para homologar mi título. Ayer, en dos de las cursadas, pasó que se refirieron a los colombianxs en general. Lo cual me sorprendió inicialmente por la coincidencia, pero luego de una racionalización, y de encontrarme en cuerpo presente en esas aulas, dejó de sorprenderme. Realmente somos muchos los que andamos por estas tierras.
Lo comparto por acá, por puras ganas de publicar, porque tengo este espacio medio solo, y porque me resultó curioso estas dos observaciones que hicieran lxs argentinxs y que terminarían por equilibrar la balanza de los imaginarios sobre "los colombianos en argentina".
El primer comentario lo escuché, al medio día, en la catedra de "Ética y Derechos Humanos", estaban hablando de gobiernos autoritarios y bueno, no precisamente por una extraña razón, salió el tema de Colombia. La profesora, invitada a dar la clase, comentaba que la sociedad Colombiana era una sociedad violenta, que nuestra violencia era estructural, contó casos de acciones paramilitares, guerrilla, del riego del trabajo con víctimas, de la dificultad de las denuncias… cierto es que en algunos momentos tuve el impulso de intervenir, después me contuve y solo escuche, quería pasar desapercibida (aunque no sé si mis rulos y la mochila que suelo llevar terciada me lo permitan), en todo caso, aunque no estaba totalmente de acuerdo con algunas de las cosas que se decía, estaba conforme con el hecho de que otrxs no colombianos visibilizaran el conflicto actual en Colombia, tras decir que: "el número más alto de refugiados en Argentina, son colombianos".
El segundo comentario se dio en la catedra, que curso en horas de la noche, de psicología social y comunitaria, ahí el comentario lo dijo la tutora de mi practica y se derivó del parcial que entregamos la semana pasada. Realizaba la observación de que era la séptima colombiana en pasar por esa catedra y que ella veía en nosotrxs mucha sensibilidad, que eso se notaba en la escritura, que había mucha pasión, que éramos ¡"poetas”!, en una tierra con tantos escritores y poetas como esta, no deja de sorprender el comentario. Yo solo le decía: “Ah, mira” (en colombiano), pues no sabía que "poesía" podría haber encontrado en mi escritura, que para mí sólo resultaba ser una ensayo teórico reflexivo sobre la práctica y además, porque no dejaba de acordarme de la “sociedad violenta” que éramos, según la profesora de la mañana.
Pese a esa “sociedad violenta” que somos, puedo imaginarme a lxs otrxs compañeros que escogieron de manera voluntaria, entre todas las posibilidades de práctica en la UBA, la psicología social comunitaria; puedo imaginarme el deseo y la voluntad de construir junto con otros un mundo inclusivo, menos violento, más feliz… imaginarme que a pesar de las estructuras el ser humano es, en la profundidad del ser, libre y que esa libertad es la oportunidad que tenemos de equilibrar la balanza.
Me encuentro cursando unas materias en la facultad de psicología de la UBA, como requisito para homologar mi título. Ayer, en dos de las cursadas, pasó que se refirieron a los colombianxs en general. Lo cual me sorprendió inicialmente por la coincidencia, pero luego de una racionalización, y de encontrarme en cuerpo presente en esas aulas, dejó de sorprenderme. Realmente somos muchos los que andamos por estas tierras.
Lo comparto por acá, por puras ganas de publicar, porque tengo este espacio medio solo, y porque me resultó curioso estas dos observaciones que hicieran lxs argentinxs y que terminarían por equilibrar la balanza de los imaginarios sobre "los colombianos en argentina".
Foto tomada en la acción de repudio a la visita del genocida Uribe Velez
El segundo comentario se dio en la catedra, que curso en horas de la noche, de psicología social y comunitaria, ahí el comentario lo dijo la tutora de mi practica y se derivó del parcial que entregamos la semana pasada. Realizaba la observación de que era la séptima colombiana en pasar por esa catedra y que ella veía en nosotrxs mucha sensibilidad, que eso se notaba en la escritura, que había mucha pasión, que éramos ¡"poetas”!, en una tierra con tantos escritores y poetas como esta, no deja de sorprender el comentario. Yo solo le decía: “Ah, mira” (en colombiano), pues no sabía que "poesía" podría haber encontrado en mi escritura, que para mí sólo resultaba ser una ensayo teórico reflexivo sobre la práctica y además, porque no dejaba de acordarme de la “sociedad violenta” que éramos, según la profesora de la mañana.
Pese a esa “sociedad violenta” que somos, puedo imaginarme a lxs otrxs compañeros que escogieron de manera voluntaria, entre todas las posibilidades de práctica en la UBA, la psicología social comunitaria; puedo imaginarme el deseo y la voluntad de construir junto con otros un mundo inclusivo, menos violento, más feliz… imaginarme que a pesar de las estructuras el ser humano es, en la profundidad del ser, libre y que esa libertad es la oportunidad que tenemos de equilibrar la balanza.
Adelante, "ni un solo día sin la poesía"...
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