En mí puedes ver esa estación del año
en que hojas amarillas —pocas, o
ninguna—
cuelgan de las ramas que tiemblan contra el
viento,
desnudos coros en ruinas donde, al atardecer, los pajaros
cantaban.
En mí ves la penumbra de ese día
que después del ocaso se hace tenue
en el oeste. La noche, esa otra
muerte,
se la lleva poco a poco y sella todo en su
silencio.
En mí ves el brillo de aquel fuego
que descansa en las cenizas de su
juventud
como en el lecho donde deberá expirar
consumido por aquello que alguna vez lo
alimentaba.
De todo esto te das cuenta. Tu amor se hace más
fuerte
para amar tiernamente lo que habrás de dejar aquí por
siempre.
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