martes, octubre 02, 2012

Si eres pobre no puedes ser débil [Cont. Círculos Malditos II]

¿Cuál es el rostro de los que se erigen como poderosos? ¿Cuál es el rostro de aquellos que tienen el control del poder económico; demarcando límites a la movilidad, el acceso a los recursos y la construcción de los sueños? ¿Cuál es el rostro de la elite que les subyace, que festeja cada triunfo, que excluye y se posiciona como héroe naturalizado de raza, credo, nación, filosofía y deseo?

No me da miedo mirarme al espejo, pues no hallaré en mi rostro la respuesta. En mi reflejo encuentro a aquellos que luchan por vivir, en un mundo donde todos tengamos cabida, en un mundo donde se amplíen las fronteras del deseo, donde se puedan alimentar los sueños por construir relaciones equitativas y respetuosas de la existencia diferenciada de ese otro.

Sé que hago parte de esa elite subalterna letrada. Sé que no soy a lo sumo pobre lo que se llama pobre. Sin embargo, también sé, que puedo decir: soy afortunada “nada me ha sido fácil”.

Así como tampoco lo ha sido para mi hermana, quien espero pacientemente durante dos años para comenzar a tejer su sueño, realizó trabajos de mierda durante un año para llegar hasta aquí, asume la responsabilidad completa de su vida a la edad de 19 años, en un país extraño, y continua realizando trabajos de mierda, viviendo en condiciones habitacionales precarias, teniendo una alimentación y vestido modesto... mientras teje el sueño de salir de este círculo maldito al que ha estado condenada por condiciones de clase, impuetas y arbitraria de un mundo de permanente exclusión.

 Mercado de Tilcara
 
Como tampoco lo ha sido, ni lo será, para esta mujer que vende flores en el mercado, de un pueblo chico en  Jujuy. La imagino levantarse muy temprano a dejar todo listo en casa para salir todos los días como es costumbre entre los suyos a “laburar” para sobrevivir. También la imagino saliendo de la jornada laboral hacia una reunión en la junta comunal, donde realizará el trabajo colectivo, junto con sus paisanos, por la liberación de su territorio y de su pueblo subyugado. Todo esto lo imagino con tan solo ver su rostro, pues es el rostro que veo cada vez que me miro al espejo.

Siempre que me encuentro en medio de una situación que pareciera dar una estocada fatal a la construcción de mis sueños, veo mi rostro y traigo a mí la sentencia: “Si eres pobre no puedes ser débil".

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