Lo que se sabe que va a ocurrir en cierta manera es como si ya hubiese ocurrido, las expectativas hacen algo más que anular las sorpresas, embotan las emociones, las banalizan, todo lo que se deseaba o temía ya había sido vivido mientras se deseó o temío.
J. Saramago, 2000. La caverna. Buenos Aires: Alfaguarda. Pág. 335
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