He visto muchos cielos y es cierto la luna de Tucuman es otra luna, el norte es otro país.
San Miguel de Tucuman
Tafi del Valle
Amaicha del Valle
Ciudad Sagrada, Quilmes
Vacaciones 1971
Atahualpa Yupanqui
Listos están el libro y la maleta.
Y este sol que nos quema cada día.
Y el oscuro madero donde guardo
el sueño, y la esperanza, y la agonía.
En mi ventana dice adiós la rosa.
Y el jeráneo se enciende en despedidas.
Pero me voy sin libros ni maletas,
ni guitarras que canten todavía.
Me voy por los caminos del adentro.
Montaña y mar, y selva, y soledades.
Esta es mi vacación. No la he buscado.
Pero vino hacia mí, por los cuadernos
de las constelaciones interiores.
Para decirme: vamos. Es verano.
Vamos hacia el recuerdo que olvidamos.
Vamos hacia la esquina del minuto
que ya no viviremos. Pero vamos.
El corazón es siempre aquel castillo
lleno de recovecos y misterios.
Con escaleras que se pierden, lejos.
Peldaños de cristal, prismas de sueños.
Llevemos un capote
Porque estará lloviendo
viejos llantos de luz y de caminos.
Y de piedras, donde una vez dijimos
nombres sagrados del amor escrito.
Y del dolor que dura en carne viva.
Y del adiós aquel. Y del olvido.
Dejemos la guitarra, que rezar ya es inútil.
Que nazca el salmo como un árbol piensa
sin viento que lo agite.
Sin nido que le cante.
Sin que el aire le pinte preludios en la tarde.
Vacación de hombre solo, y dentro de uno.
El corazón como un castillo antiguo.
Tiempo de un aire azul, como una noche
en la que caben todas las historias.
Todo aquello que somos y seremos.
Todo aquello que fuimos.
Y la ventana quieta en que estaremos
mirando un sol dormido en el paisaje.
Hasta que llegue un viento que nos vuelva.
Y el otoño nos hable del regreso.
Atahualpa Yupanqui
Listos están el libro y la maleta.
Y este sol que nos quema cada día.
Y el oscuro madero donde guardo
el sueño, y la esperanza, y la agonía.
En mi ventana dice adiós la rosa.
Y el jeráneo se enciende en despedidas.
Pero me voy sin libros ni maletas,
ni guitarras que canten todavía.
Me voy por los caminos del adentro.
Montaña y mar, y selva, y soledades.
Esta es mi vacación. No la he buscado.
Pero vino hacia mí, por los cuadernos
de las constelaciones interiores.
Para decirme: vamos. Es verano.
Vamos hacia el recuerdo que olvidamos.
Vamos hacia la esquina del minuto
que ya no viviremos. Pero vamos.
El corazón es siempre aquel castillo
lleno de recovecos y misterios.
Con escaleras que se pierden, lejos.
Peldaños de cristal, prismas de sueños.
Llevemos un capote
Porque estará lloviendo
viejos llantos de luz y de caminos.
Y de piedras, donde una vez dijimos
nombres sagrados del amor escrito.
Y del dolor que dura en carne viva.
Y del adiós aquel. Y del olvido.
Dejemos la guitarra, que rezar ya es inútil.
Que nazca el salmo como un árbol piensa
sin viento que lo agite.
Sin nido que le cante.
Sin que el aire le pinte preludios en la tarde.
Vacación de hombre solo, y dentro de uno.
El corazón como un castillo antiguo.
Tiempo de un aire azul, como una noche
en la que caben todas las historias.
Todo aquello que somos y seremos.
Todo aquello que fuimos.
Y la ventana quieta en que estaremos
mirando un sol dormido en el paisaje.
Hasta que llegue un viento que nos vuelva.
Y el otoño nos hable del regreso.
1 comentario:
Que bello texto.
Que tus alas se agiten en la brisa del norte, que se renueve tu fuerza para un nuevo volar, Ninfa Libertaria.
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