En Coroico se sentía como en casa, tanto que mi compañera de viaje estaba segura de caminar un poco más y encontrarse con la casa de su abuela.
He llegado a la conclusión que mi relación con el agua, trasciende la sed y la higiene. He sido muy feliz en este viaje, volver a encontrarme con el agua ha dado mucha tranquilidad a mis días. Pese a eso, no dejo de pensar como nuestras acciones de viajeros, han modificado los espacios de estos pueblos y sus gentes. A veces me siento como profanando, usurpando, arrancando, despojando de magia, cada piedra, árbol o fuente que toco. Coroico es hermoso, pero estaba tan lleno de ruidos ajenos, que no escuche sus voces.
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1 comentario:
espectacular... simplemente hermoso... habrán mas historias por contar...y asi como lo dices "no dejo de imaginarme un viaje así contigo", pero ahí voy, y nos veremos pronto... en la tierra de la aventura.
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